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El hombre y la Tierra
HOMBRE Y EQUILIBRIO
El hombre y su medio ambiente - 1ª parte
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a forma en que el ser humano actual desea vivir y las comodidades sin costes apreciables de las que no desea prescindir, determinan inevitablemente su propio destino.
Los parámetros ecológicos regresivos que maneja, con visible conciencia, serán los que le lleven a la crisis y, si la administración de su supremacía de homo sapiens es incorrecta, finalmente al caos y su propia destrucción.
El hombre busca paraísos a bajo coste
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Si prestamos atención a los usos que el hombre da a la Tierra, se aprecian problemas relativos al medio ambiente, que en términos económicos son de difícil resolución a corto plazo. Existen factores que influyen gravemente en la acumulación de desechos o desperdicios; la Tierra se carga de montañas de materias contaminantes a las cuales se les ha excluido los costos de saneamiento, los cuales recaerían inevitablemente en la propia sociedad generadora, que, mientras no se vea en la disyuntiva inmediata de tener que elegir entre la búsqueda de paraísos a bajo o mínimo coste, y el mantenimiento de nuestra biosfera en condiciones hábiles para una vida estable y duradera, aunque ello implicase un sacrificio en términos de comodidad, no se verá detenida en la dinámica de regresión continua.
Los usos y subproductos de la forma de vida humana
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Los desechos son el subproducto de la forma de vida que ha adoptado el ser humano, aunque los múltiples usos que desea hacer de los espacios esencialmente limitados plantean problemas de suma importancia, mucho mayores incluso que la propia eliminación de los residuos.
El hombre tecnológico realiza su trabajo industrial en zonas urbanas edificadas, y extiende la tecnología industrial a las actividades agrícolas. Los problemas de la contaminación en la agricultura también incluyen desechos; un 50% de desechos agrícolas están constituidos por estiércoles.

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Los desechos son el subproducto de la forma de vida que ha adoptado el ser humano
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Es difícil concebir el nivel de desechos que el hombre moderno va acumulando. Si en 1920 en Estados Unidos se generaba 1,25 kg. de desechos sólidos diarios, en 1970 se había incrementado a 2,4; en 1990 a 4,5 y la progresión se mantiene en este nuevo siglo. Esta media se rebasa si se incluyen los desechos industriales de minas y fábricas.
La pesada carga de la sociedad moderna
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Así como Pompeya quedó sepultada por siete niveles de "civilización", la nuestra corre el riesgo de superar esa marca. La pesada carga que llevamos a cuestas en la sociedad moderna es la factura que debemos pagar por la "calidad de vida" que nos hemos impuesto.
Las cosas materiales que esta sociedad demanda endosan a la naturaleza una difícil labor que no podrá llevar a cabo por sí sola. El coste económico será alto para el erario público, pero debemos acostumbrarnos a que una parte más o menos pequeña de nuestra felicidad material, deberá ser devuelta a la Tierra que nos la facilita.
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El hombre y la Tierra
HOMBRE Y EQUILIBRIO
El hombre y su medio ambiente - 2ª parte
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La industrialización elimina puestos de trabajo de la agricultura tradicional
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ealmente, todo se traduce a comodidades a bajo costo, las formas industrializadas eliminan a hombres y animales de los puestos de trabajo tradicionales en la agricultura, devaluando el ciclo agrícola natural de devolver al suelo las materias orgánicas de las deposiciones animales criados en masa, los cuales son eliminados mediante el arrastre hacia lagos y océanos, enterrados o simplemente quemados, ocupando su lugar los fertilizantes artificiales.
Cada vez, es más anacrónica la figura del labrador clásico apoyado en los animales de tiro, que han sido reemplazados por la moderna industria mecanizada.
De nuevo tenemos que dirigir la mirada hacia el hombre moderno, el cual, con sus proyectos de realizar todo lo que sea posible físicamente en busca de paraísos cada vez más perfectos, sin estimar el precio de sus acciones, despeja el camino al seguro desastre de la humanidad.
Los pretextos para las actividades irresponsables que el ser humano realiza, se enmarcan en la adquisición de experiencia, precisamente para mitigar los errores cometidos. Pero, solapado tras sus actos, se encuentran los temores a la catástrofe ecológica, que acecha para hacerse presente cuando su efectos sean irreversibles.
El derrumbamiento del hogar
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La catástrofe ecológica es un fenómeno cuyas circunstancias resultan tan perturbadoras, que la restitución al estado original queda cuestionado, es decir, se produce una crisis o ruina de difícil inversión; en su definición más reciente se entiende como el derrumbamiento del hogar. En este proceso se conjugan parámetros que se encuentran firmemente ligados, y que difícilmente pueden ser separados: individuo y especie, ecosistema, y en un aspecto más global la ecosfera.
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El derrumbamiento del hogar es un proceso en el que se encuentran firmemente ligados individuo y especie, ecosistema y en un aspecto más global la ecosfera
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La catástrofe no se produce sin previo aviso, aunque salvo excepciones sí culmina repentinamente, pero suele ser producto de un largo proceso continuado de determinadas fuerzas influyentes en los movimientos materiales. Ecológicamente hablando, la catástrofe no tiene una estricta medida de tiempo; puede suceder en segundos, a lo largo de varios años, e incluso en el transcurso de varias generaciones. Si la catástrofe fuera súbita impediría toda reacción; por su parte, una catástrofe de desarrollo prolongado favorece el hábito y posibilita la adaptación y selección.
Afortunadamente, aún no ha ocurrido una catástrofe total, sin embargo conocemos y somos testigos de catástrofes ecológicas localizadas; una especie determinada puede desaparecer y eso es una pequeña catástrofe en sí misma, a pesar de que los ecosistemas del lugar pueden haber quedado intactos.

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Una erupción volcánica puede suponer una catástrofe, obligando al destierro de una población y su asentamiento en otro lugar
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La catástrofe de una población forzosamente desterrada por efecto de una erupción volcánica, se establecerá de nuevo en otro lugar y en poco tiempo podrá recuperar su modo de vida.
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La catástrofe ecológica (continuación)
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El "instinto de muerte" del hombre moderno
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s de la mano del hombre de donde puede venir la mayor catástrofe ecológica, pues las características de sus acciones son múltiples en el espacio y en el tiempo, dando como resultado una impredecible evolución.
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La capacidad tecnológica del hombre puede ayudarle en la búsqueda del conocimiento de sus propios límites
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El hombre moderno será finalmente responsable de la crisis, pues es él, con su poder y posición de especie dominante, con su capacidad de imponer la fuerza, el que establece las condiciones sobre los demás seres vivos dependientes (en realidad interdependientes). Esas condiciones antiecológicas y ajenas a un ejercicio racional, supone un osadía frente a la fuente de su propio sustento.
Absurdamente, de forma inconsciente, el hombre expresa un comportamiento que Freud denominó "instinto de muerte", consistente en un estado de ánimo colectivo que conduce al auto exterminio; el ser humano parece dar un paso adelante y dos atrás en asumir la tarea de sostener las condiciones para su propia existencia.
Responsabilidad de los seres vivos racionales
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La supervivencia de la especie humana depende del respeto inmediato a las características ecológicas, y la restauración de los parámetros a niveles que impidan la degradación progresiva. No son estas acciones responsabilidad de otros seres vivos no racionales, ni podemos esperar que cambien a nuestro favor sin nuestra propia intervención; es tarea exclusiva del hombre, por estar dotado de raciocinio y capacidad de análisis de la historia en la que se forma.
Cierto es que la historia actual no tiene parangón en sus diferentes etapas conocidas, pero también es evidente que el hombre posee hoy día una capacidad tecnológica que puede aplicar en sus aspectos ecológicos más positivos, y de indudable apoyo en la búsqueda del conocimiento de sus propios límites, incluso para evaluar su historia pasada y, en base a sus propios actos, afrontar el futuro con mejores perspectivas.
Finalmente, cuando el hombre se conozca a sí mismo, se percatará de que sus verdaderas necesidades no dependen de la imparable industrialización y desarrollo tecnológico hacia la búsqueda de paraísos, sino de un medio ambiente limpio y natural, y un equilibrio ecológico que permita la vida estable; la felicidad del ser humano en un ambiente como el descrito vendrá indudablemente impuesta. |